¿Por qué contratar un entrenador?
- Pedro Barco
- 30 ago 2015
- 2 Min. de lectura
Recuerdo perfectamente cuándo me aficioné a correr. El magnetismo de la épica del deporte de resistencia hizo que pronto decidiera preparar un maratón. En el camino cayeron las primeras 10k, cayó la primera media maratón y el gran día cumplí el sueño de terminar mi primeros 42.195 metros. Y cayó el segundo, y no se me dio mal. Estaba atrapado por este deporte. Me vino una pregunta a la cabeza ¿podré bajar de 3 horas? Estrené Polar, me compré el libro Las Cosas del Correr, de Aurora Ordás y seguí el plan que proponía para conseguir este objetivo. Y lo conseguí, 2:56:07 en el Maratón de Madrid.
Años después, una vez metido en el mundo de la preparación deportiva, veo que podía haber hecho las cosas mejor. Ahora la pregunta es ¿qué tiempo hubiera conseguido si me hubiese puesto en manos de un entrenador? En igualdad de circunstancias estoy convencido que menos.

Para un objetivo tan exigente el entrenador me hubiera mandado hacer una prueba de esfuerzo. De paso hubiera aprovechado el 100% de mi flamante Polar. Yo calculé mis pulsaciones máximas restando la edad a 220 y de ahí calculé porcentajes. Nada preciso.
Mi core hubiera sido rocoso porque es fundamental para cualquier corredor, ahí reside gran parte de nuestra fortaleza. Por mi cuenta prácticamente no hice abdominales.
El ritmo por kilómetro hubiese sido más bajo y la fatiga hubiera aparecido después gracias a una zancada eficiente trabajada a base de técnica de carrera y entrenamiento de fuerza-resistencia.
Mi tren superior más fuerte hubiera acompañado las zancadas contribuyendo al avance.
Mi percepción fue de dar el 100% en cada entreno y el día de la prueba pero ¿tendría guardado un 3% más esperando unas palabras de ánimo? Nunca lo sabré.
Sea cual sea tu objetivo deportivo, con ayuda de un profesional se multiplicarán las posibilidades de conseguirlo.
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